UN HUERTO PERMANENTE
La idea del experimento, que estamos realizando en el Huerto de la Alegría, está basada en la observación de la naturaleza. Philip Forrer, que empezó estos tipos de cultivos, dice que después de una buena preparación del bancal, hará falta poco trabajo para llegar a una producción en abundancia en los bancales. Muchas veces en nuestra sociedad, es difícil aceptar que lo mejor es “no hacer nada”, dejarlo en las manos de la Pachamama (la madre tierra, en ciertas etnias andinas).
Son métodos de cultivos muy diferentes de lo que últimamente había utilizado la humanidad para producir sus verduras. Nos vamos a centrar en el cultivo de plantas. El enfoque lo vamos a poner en las cualidades del suelo, haciendo lo necesario para tener un suelo lleno de vida sin removerlo y cuidando que siempre esté bien cubierto. Luego, hará falta plantar las plantas indicadas para que crezcan sin que haga falta hacerles después mucho caso.
LA OBSERVACIÓN DE PHILIP
En el monte a veces se caen árboles; su madera empieza a descomponerse y llenarse de agua, como una esponja. Encima de ellos se acumulan restos vegetales que acaban cubriéndolo. Empiezan a germinar arbolitos y plantas encima del tronco. En verano cuando hace calor, el tronco mantiene el agua guardado, el tronco sirve de reserva de agua disponible para los seres que crecen en ella.
¿CÓMO LO HAREMOS?
Vamos a enterrar trozos de troncos, luego pondremos una capa de ramas y residuos vegetales gruesos. Después añadiremos una capa de compost y tierra protegido con una última capa de residuos vegetales o paja. Se deja así. Se planta encima y durante las primeras semanas hay que dejar la planta sin la última capa de residuos orgánicos; luego, cuando ha cogido fuerza se cubre de hojas o paja hasta el tallo. De vez en cuando hay que asegurarse que el cultivo sigue estando cubierto. A lo largo del año se va echando los restos orgánicos de la casa por debajo de la manta de paja. Por encima vamos echando más restos vegetales a lo largo de la zona de cultivo. Ya no volveremos a tocar al suelo que rápidamente recuperará vida y fertilidad. La vida microscópica del suelo va a transformar los alimentos que ponemos a su disposición en la superficie en nutrientes que las plantas pueden utilizar. Los seres vivos, que viven en el hábitat, se van a mover de la superficie hacia abajo aireando el suelo y repartiendo los nutrientes, abonando la tierra de manera muy difusa a lo largo del año. Además, la capa de la superficie protejerá los microorganismos de la luz del sol, limitará la perdida de agua por evapotranspiración (pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación; fuente Wikepedia), permitirá al suelo quedar siempre aireado y lo mejor, impedirá a las plantas accidentales crecer, ahorrándonos todo el trabajo de "quitar las malas hierbas", que en realidad no son nada malas.
Finalmente, una vez el terreno esté preparado apropiadamente, Philip deja la zona hasta 20 años sin volver a tocar la estructura del suelo, no se labrará como se hace con el cultivo tradicional, únicamente irá añadiendo la capa de protección y los restos de verduras comestibles, durante los 365 días al año. Nunca se encontrarán vacíos los bancales, no habrá reposo de los mismo, porque cultivaremos distintas verduras, de distintas épocas en los mismos bancales, así que, durante los 365 días del año, se podrá sacar alimento de ellos.
Mathias.
La idea del experimento, que estamos realizando en el Huerto de la Alegría, está basada en la observación de la naturaleza. Philip Forrer, que empezó estos tipos de cultivos, dice que después de una buena preparación del bancal, hará falta poco trabajo para llegar a una producción en abundancia en los bancales. Muchas veces en nuestra sociedad, es difícil aceptar que lo mejor es “no hacer nada”, dejarlo en las manos de la Pachamama (la madre tierra, en ciertas etnias andinas).
Son métodos de cultivos muy diferentes de lo que últimamente había utilizado la humanidad para producir sus verduras. Nos vamos a centrar en el cultivo de plantas. El enfoque lo vamos a poner en las cualidades del suelo, haciendo lo necesario para tener un suelo lleno de vida sin removerlo y cuidando que siempre esté bien cubierto. Luego, hará falta plantar las plantas indicadas para que crezcan sin que haga falta hacerles después mucho caso.
LA OBSERVACIÓN DE PHILIP
En el monte a veces se caen árboles; su madera empieza a descomponerse y llenarse de agua, como una esponja. Encima de ellos se acumulan restos vegetales que acaban cubriéndolo. Empiezan a germinar arbolitos y plantas encima del tronco. En verano cuando hace calor, el tronco mantiene el agua guardado, el tronco sirve de reserva de agua disponible para los seres que crecen en ella.
¿CÓMO LO HAREMOS?
Vamos a enterrar trozos de troncos, luego pondremos una capa de ramas y residuos vegetales gruesos. Después añadiremos una capa de compost y tierra protegido con una última capa de residuos vegetales o paja. Se deja así. Se planta encima y durante las primeras semanas hay que dejar la planta sin la última capa de residuos orgánicos; luego, cuando ha cogido fuerza se cubre de hojas o paja hasta el tallo. De vez en cuando hay que asegurarse que el cultivo sigue estando cubierto. A lo largo del año se va echando los restos orgánicos de la casa por debajo de la manta de paja. Por encima vamos echando más restos vegetales a lo largo de la zona de cultivo. Ya no volveremos a tocar al suelo que rápidamente recuperará vida y fertilidad. La vida microscópica del suelo va a transformar los alimentos que ponemos a su disposición en la superficie en nutrientes que las plantas pueden utilizar. Los seres vivos, que viven en el hábitat, se van a mover de la superficie hacia abajo aireando el suelo y repartiendo los nutrientes, abonando la tierra de manera muy difusa a lo largo del año. Además, la capa de la superficie protejerá los microorganismos de la luz del sol, limitará la perdida de agua por evapotranspiración (pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación; fuente Wikepedia), permitirá al suelo quedar siempre aireado y lo mejor, impedirá a las plantas accidentales crecer, ahorrándonos todo el trabajo de "quitar las malas hierbas", que en realidad no son nada malas.
Finalmente, una vez el terreno esté preparado apropiadamente, Philip deja la zona hasta 20 años sin volver a tocar la estructura del suelo, no se labrará como se hace con el cultivo tradicional, únicamente irá añadiendo la capa de protección y los restos de verduras comestibles, durante los 365 días al año. Nunca se encontrarán vacíos los bancales, no habrá reposo de los mismo, porque cultivaremos distintas verduras, de distintas épocas en los mismos bancales, así que, durante los 365 días del año, se podrá sacar alimento de ellos.
Mathias.
Imagen obtenida de sergicaballero.com