-¿Dónde? En el antiguo Matadero de Madrid, en la sala de lectura.
-¿Cuándo? Primer jueves de cada mes.
-¿Qué es y cómo funciona el intercambio de
semillas?
Es una actividad promovida por la
cooperativa de cultivo ecológico Ecosecha, iniciativa encaminada a la descentralización del control de la semilla, cuyo objetivo es preservar las variedades locales y de cualquier región de toda planta hortícola.
Consiste en el intercambio de
semillas entre productores, aficionados a la horticultura, y todo aquel interesado en formar parte de una red social en torno a criterios ecológicos y sostenibles para poder potenciar la agricultura ecológica en Madrid.
Las semillas que se van a depositar han de colocarse en las bolsitas de papel que allí nos facilitan (15 o 25 en cada sobre) con el nombre completo (a ser posible variedad de la planta, año, lugar de procedencia, etc.)
El primer año que se acude al intercambio, el banco las cede, con el compromiso de llevar para compartir en cuanto se tengan semillas propias.
En los años sucesivos, si queremos recoger semillas, hemos de aportar alguna y podremos retirar del banco a razón de cinco sobres por persona, siendo esta una cantidad que va en aumento cada año que pasa.
Una vez allí, el proceso es el siguiente:
Primero se entregan las semillas con las
que cada grupo contribuye, anotando en una hoja impresa el nombre del colectivo
que hace la donación y las distintas especies que se depositan y luego se
recogen las que se necesitan llevar, volviendo a apuntar la relación de ellas
en otra hoja impresa que nos facilitan Ecosecha para tal fin. De este modo, es
posible llevar un control de lo que
entra y sale del banco de semillas y de sus usuarios. NUESTRA EXPERIENCIA
Un poco antes de las 6 de la tarde en la
Casa del Reloj, allí quedamos el jueves día 3 de octubre
las tres compañeras que íbamos al intercambio de semillas que se organiza en el
Matadero cada primer jueves de mes.
Algunas habían estado hace poco tiempo,
otras quizás después de un año, pero no tardamos en encontrar el lugar donde se
guardan todas las semillas que ese día se llevan para intercambio y las que
allí se quedan a la espera de otro jueves.
Fuimos de las primeras en llegar y la más
veterana, Charo, nos contó el procedimiento a seguir y así nos pusimos a contar
las semillas que habíamos llevado (rabanitos, pipas de girasol y grelos)
haciendo paquetes de 15 o 20 granos para luego depositarlas en las cajitas
correspondientes.
Poco poco fueron llegando más hortelanos
y a eso de las 6,30 llegó Javier, de la cooperativa Ecosecha, con una bolsa
llena de botes con semillas y mazorcas de maíz. Unos minutos para conectar el
ordenador que traía y nos fuimos sentando alrededor de la mesa para escuchar
sus palabras. Entonces nos empezó a contar la filosofía del banco de semillas y
su fundamento para seguir existiendo:
-No es necesario el dinero pero sí es
importante el compromiso de colaborar con ello.
-El agua, el aire, las semillas son de
todos, son bienes comunes.
La conversación se iba alargando que de
un tema era muy sencillo saltar a otro:
cómo cultivar, en qué consiste la
hibridación, los cultivos ecológicos y su control por parte de las autoridades
para, en principio, garantizar lo ofrecido en el mercado bajo tal etiqueta...
hasta que, una compañera nos recuerda el paso del tiempo y todos nos ponemos
manos a la obra.
Se van guardando en los sobrecitos
marrones las semillas que cada grupo ha llevado, contando 15 o 25 para cada
sobre, y luego comenzamos a desgranar las mazorcas de maíz que Javier había
traído y repartió entre los que allí estábamos para luego dejarlas en su cajón
correspondiente.
Así, cada uno le fue entregando aquello que aportaba y eligió lo que necesitaba para su huerto.
Como por persona pueden elegirse cinco sobres distintos de semillas, así hicimos, con lo cual trajimos varios tipos de acelgas (blancas, rojas), espinacas pinchudas, remolachas, rúcula, pimientos (cornicabra, guernika y najerano), berenjena listada, berza asa de cántaro, alquejenje, escarola rizada, flor aquilegia y capuchinas.
Terminada la reunión, nos despedimos y
volvimos tan contentas con nuestras bolsas llenas de aquellos frutos en potencia y
dispuestas a la siembra, en cuanto llegase el momento.